domingo, 10 de octubre de 2010

EL GRAN DICTADOR

Una singular película cómica, colmó mis expectativas porque pude entender y valorar los recursos narrativos y expresivos utilizados por Charles Chaplin para mostrar el horror de los conflictos armados y el absurdo de los gobiernos fascistas y totalitarios.
Me atrajo la forma singular que tuvo Chaplin al parodiar con temas políticos, económicos y sociales del gobierno nazi de Adolf Hitler, convertido por él mismo en Adenoid Hynkel, dictador de Tomania. Por ello, sin duda la figura de Charles Chaplin como actor es trascendental a lo largo de toda la película porque ya es conocido por su genialidad.

A través de ello logré valorar los sentimientos, las motivaciones y los principios morales que mueven a los protagonistas de la película, divididos en dos grupos claramente diferenciados y enfrentados: los habitantes del gueto judío y el dictador Hynkel y sus colaboradores.
Al analizar la estructura narrativa del film, es importante resaltar los recursos que utiliza el director para indicar el paso del tiempo y la evolución de los personajes, así como la identificación y explicación de los referentes históricos, políticos y geográficos que aparecen en el film (las consecuencias de la primera guerra mundial, el antisemitismo, el auge de los regímenes totalitarios, etc.)
En cuanto al análisis de la forma visual del film, se aprecia un diseño de personajes muy bien repartido, ambiente y situaciones inusuales y jocosas; la banda sonora como recurso musical es sincronizada a la temática y no es cansada ni repetitiva. En suma los recursos narrativos y recursos técnicos como el tipo de planos, movimientos de cámara son utilizados con estrategia que hace de ésta una de mis comedias favoritas, en especial por considerar el mensaje de esperanza y de confianza en la paz, la justicia y la libertad de los hombres que propone la película, y teniendo en cuenta que fue escrita y preparada unos meses antes del inicio de la segunda guerra mundial. Toda una obra de arte.
A mi parecer, en esta película Charles Chaplin concibe al género cómico como su mejor forma de exaltación, al ejercer con su arte una crítica al maquinismo y a la mecanización de la sociedad, Chaplin se enfrenta en esta ocasión a un de los temas más dramáticos y preocupantes de la época, el auge de los regímenes totalitarios y la expansión del fascismo a Europa. Y lo hace desde una postura carente del más mínimo rastro de ambigüedad, con convicción y contundencia, una actitud que le provocaría muchos problemas, puesto que los Estados Unidos mantenían en aquel momento una posición neutral respeto al conflicto. Pese a las coincidencias que se establecen entre la película y el desarrollo de los acontecimientos históricos que tuvieron lugar de manera casi paralela (la invasión de Ostelrich por parte del ejército de Tomania y la invasión alemana de Polonia, por ejemplo), el origen de filme se remonta al año 1938. Chaplin, que estudió el dictador alemán Adolf Hitler durante cerca de dos años, definió el proyecto como un cóctel de drama, comedia y tragedia que retrataba la silueta grotesca y siniestra de un hombre que se cree un superhéroe y que piensa que sólo tienen valor su opinión y su palabra. El cineasta, de hecho, utiliza la figura de Hitler para realizar una brillante parodia de todas y cada una de las ideas políticas, culturales, sociales y económicas del nazismo, des la superioridad de la raza germánica hasta la sumisión incondicional del individuo a la comunidad.

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